miércoles, 23 de septiembre de 2009

HORIZONTE SIN FIN...


Tierna lejanía, horizonte sin fin, donde cielo y mar

se confunden...

donde el sonido del silencio, trae melodías de adolescencia,

de amor...

Tierna lejanía... refugio de recuerdos, de vivencias,

con sabor a miel...

Tierna lejanía, donde el tiempo se confunde... el hoy, el ayer...

el mañana, el presente y el futuro: bueno y malo: lindo y feo...

tú y yo...

horizonte sin fin, como cielo y mar nos confundimos...

nos besamos...nos amamos.

lunes, 29 de junio de 2009

Detenidos en el tiempo

Es imposible admitir que estamos detenidos en el tiempo, cuando sabemos que vivimos en un mundo en constante devenir...en pleno auge tecnológico y científico. Es imposible aceptar que el ser humano, el individuo en sí, está detenido. Parece no tener lógica, pero si la vida fuese una línea recta...¿en qué punto nos detuvimos y por qué?...



¿Qué es lo que nos permite movernos hacia uno y otro extremo de la recta, sin que la misma se incline indefectiblemente para el lado de la decadencia, o del altruismo?


Indudablemente, sabemos que los extremos son malos, pero me pregunto, si el hecho de movernos en un arbitrario punto medio, tiene que ver con una razón lógica de equilibrio...si se trata de una simple ambigüedad...una indecisión congénita del ser humano, o si es el producto de una rutina encasillada en esquemas y estereotipos.


Parece que nuestra anatomía se prestara caprichosamente a esta dualidad. Mientras con una mano nos extendemos en un gesto fraternal, con la otra tomamos deliberadamente lo ajeno. Cuando una de nuestras manos se extiende para recibir al recién nacido, la otra no escatima esfuerzos por empujar a un inocente al abismo. Con un pie trazamos un camino limpio y sin tropiezos por donde transitar, y hasta lo apoyamos en el peldaño de una escalera sublime que nos conduce al éxtasis...a la máxima expresión del espíritu; pero con el otro, damos pasos en reversa, pisoteando la moral y la honestidad.


Si con un ojo somos capaces de toda admiración, captando la majestuosidad y el colorido del arco iris, con el otro recogemos la imagen a través del cristal negro y opaco de la crítica destructiva, pregonando un orgullo que se levanta como estandarte, y no es más que un trapo desflecado.


Cuando logremos sintonizar los oídos en la misma frecuencia, para escuchar nuestra voz interior...cuando las dos manos se sumen para levantar al caído...cuando los dos ojos puedan ver a través del cristal limpio y translúcido, entonces...recién entonces, nuestros dos pies, se aprestarán a transitar por el mismo camino.


Recién entonces cortaremos la cadena de la ambigüedad, que no nos permite avanzar...que nos mantiene atados a dos mundos; detenidos en el tiempo, impidiéndonos alcanzar nuestros ideales.


Anatómica y fisiológicamente, somos un todo indivisible, y como tal, no podemos naufragar en medias tintas; no podemos quedar detenidos en el tiempo, a riesgo de que el excesivo avance tecnológico y científico, se nos escape de las manos y perdamos lo más preciado para el ser humano: su dignidad, su autenticidad, su...esencia misma!
"Y no vivan ya, como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. ..." (Romanos 12:2)

viernes, 26 de junio de 2009

Como la niña de tus ojos…




Como a la niña de tus ojos, me tenías guardada en el hueco de tu mano. En ése lugar me sentía mimada y podía retozar con regocijo, como el bebé que nada seguro en el claustro materno. En el hueco de tu mano, me sentía protegida, aislada de todo lo que me pudiese dañar. Podía mirar tu rostro y buscar que mis ojos se fijaran en los tuyos, cada vez que necesitaba aprobación. Cuando alzabas tu mano, yo me sentía bien cerca de ti…pegadita a tu corazón y podía oírte susurrar a mi oído:

“No temas, porque yo te redimí;
Te puse nombre, mía eres tú…a
A mis ojos eres de gran estima, y te amo..”

Era emocionante sentir que me lo decías a mí. Nada es comparable a esa paz y la confianza que me daba el dormir en tus brazos, papito…mientras no cesabas de repetirme cuánto me amabas. Y que por encima de lo que me digan o piense, o sienta…que a pesar de lo que haga o deje de hacer, tu amor es incondicional; tú siempre me amarás. Ese concepto del amor, era demasiado grande para mí; no lo podía comprender, ni pude contenerlo, porque desde la miseria de mi mezquindad, apenas si mantuve mi corazón semi-abierto para ti.
¡Y pensar que como a la niña de tus ojos, tú me tenías guardada en el hueco de tu mano!
No sé cómo pasó, ni cuándo, pero de pronto, empecé a sentirme profundamente sola, demasiado insegura. Dejé de retozar con regocijo y atemorizada me puse en un rincón, a la defensiva…como un bebé que se protege de las manos asesinas que buscan arrancarlo del seno materno y desecharlo como abortivo. En el hueco de tu mano, comencé a sentirme desprotegida… rodeada de todo lo que me podía dañar. O quizás ya no estaba allí, y yo no lo sabía.

Ya no veía tu rostro y mis ojos no podían sostener tu mirada; evitaban a los tuyos, porque presentía que en ellos no hallaría aprobación. Cuánto más alzabas tu mano, yo me sentía más lejos de ti. Estaba más pegada al suelo, que a tu corazón. No sentía más ésa paz y la confianza que me dabas, papá. Es que pretendía dormir en otros brazos. El tampoco dejaba de repetirme cuánto me amaba, pero en lo profundo de mi corazón, yo sabía que su amor sí era condicionado y de seguro se acabaría.
Señor, no sé en qué momento me caí del hueco de tu mano, pero sí sé que sigo siendo la niña de tus ojos. Perdóname señor, por no ser diligente en cuidar ese lugar de privilegio en que me tenías guardada. Perdóname Señor…no te pido que me vuelvas a colocar en tu mano, porque sé que no lo merezco. Sólo te ruego que me des un lugar junto a tus pies, y que me permitas como a aquella mujer, lavarlos con mis lágrimas. Déjame llorar aquí, en el suelo, humillada, con mi rostro junto al polvo y en posición fetal. Estoy carente, sola, y profundamente triste.
Déjame llorar aquí…no me toques ni me digas nada. Sólo te ruego una cosa: Mírame…mírame con ésa profunda dulzura que sólo emana de ti y ámame…por favor ámame mucho como jamás nadie me amó, ni me amará. Amame Señor…ámame como a la pequeñita, porque lo necesito. Solamente tu amor me dará la fuerza para ponerme otra vez en pie, y trepar por tu regazo hasta volver a ubicarme y mantenerme por siempre en el hueco de tu mano, bien cerca de ti, pegaditra a tu corazón…
…COMO LA NIÑA DE TUS OJOS…

viernes, 12 de junio de 2009

Los fantasmas del idealismo



Muchas veces me pregunté si existirían otros mundos. Muchas veces me pregunté, si allá en los confines del universo, en algún lugar de donde provienen nuestros ideales, existiría una ciudad nívea, ideal, donde habiten seres alados, incorpóreos, transparentes.

Otras tantas me pregunté, si acaso esos fantasmas del idealismo, no habitarían camuflados en lo más recóndito de nuestro ser, en el vientre de una mujer gestante, en el seno de una madre, en el corazón de un padre, o en las manos de un amigo.


Me he respondido que no… que no es posible que este mundo perfecto, ideal, exista. Que se trata de una fantasía, de una quimera. Decidí que debo aceptar la realidad; que nuestro mundo es tangible y limitado. Que alberga vientres estériles, y millones de boquitas se abren en busca del pecho, que jamás habrá de amamantarles.

Que muchos al crecer verán pasar su vida a través de las rejas de una prisión, y paradójicamente otros, serán esclavos de su propia libertad. Sí…decidí aceptar la realidad. Este mundo es corrupto, y está enfermo, pero es real, nos pertenece, somos parte de él.


Se asemeja a un gran escenario, donde todos somos protagonistas de una historia, cuyo final presentimos. De una historia que tiene como única escenografía el caos total, y en la que la escala de valores, parece ser de utilería. Es entonces, cuando queremos cerrar el telón, y en lugar de actuar, pretendemos formar parte de la crítica implacable; ser espectadores de nuestra propia obra. Es entonces que, sintiéndonos presos de la más vil cobardía, y tras cerrar las estratégicas ventanitas de nuestra alma, emprendemos un viaje imaginario, queriendo colonizar otros mundos…tan perfectos como irreales.


Queremos camuflar nuestra estructura, para unirnos a los fantasmas blancos y alados del idealismo absoluto. ¡Pobres tontos! ¿Cómo podríamos invadir un mundo tan frágil como una pompa de jabón? ¿Cómo podríamos, si nuestra fibra más íntima…nuestra esencia de ser humano, fue concebida sólo para habitar aquí, en éste mundo regido por la lógica y la razón? O acaso… ¿podemos conceder la libertad a quien jamás fue prisionero? ¿Cómo valorar un bocado, si no hemos sentido hambre? O… ¿cuál es el sentido de hacer el bien, si no existiera el mal?

¡Seamos realistas!...No se puede construir un edificio, sin los escombros de otro que haya sido derribado.


No tendríamos la semilla, si antes no muere una flor, como tampoco llega la primavera, sin que haya partido el invierno. Hasta la felicidad es relativa, pero si queremos ser colonizadores, subámonos a la nave del realismo, y colonicemos nuestro propio mundo…aceptando que el hoy, es parte fundamental del mañana, y que con defectos o virtudes…con grandes ideales o sin ellos, somos lo que somos, para habitar donde habitamos.