viernes, 12 de junio de 2009

Los fantasmas del idealismo



Muchas veces me pregunté si existirían otros mundos. Muchas veces me pregunté, si allá en los confines del universo, en algún lugar de donde provienen nuestros ideales, existiría una ciudad nívea, ideal, donde habiten seres alados, incorpóreos, transparentes.

Otras tantas me pregunté, si acaso esos fantasmas del idealismo, no habitarían camuflados en lo más recóndito de nuestro ser, en el vientre de una mujer gestante, en el seno de una madre, en el corazón de un padre, o en las manos de un amigo.


Me he respondido que no… que no es posible que este mundo perfecto, ideal, exista. Que se trata de una fantasía, de una quimera. Decidí que debo aceptar la realidad; que nuestro mundo es tangible y limitado. Que alberga vientres estériles, y millones de boquitas se abren en busca del pecho, que jamás habrá de amamantarles.

Que muchos al crecer verán pasar su vida a través de las rejas de una prisión, y paradójicamente otros, serán esclavos de su propia libertad. Sí…decidí aceptar la realidad. Este mundo es corrupto, y está enfermo, pero es real, nos pertenece, somos parte de él.


Se asemeja a un gran escenario, donde todos somos protagonistas de una historia, cuyo final presentimos. De una historia que tiene como única escenografía el caos total, y en la que la escala de valores, parece ser de utilería. Es entonces, cuando queremos cerrar el telón, y en lugar de actuar, pretendemos formar parte de la crítica implacable; ser espectadores de nuestra propia obra. Es entonces que, sintiéndonos presos de la más vil cobardía, y tras cerrar las estratégicas ventanitas de nuestra alma, emprendemos un viaje imaginario, queriendo colonizar otros mundos…tan perfectos como irreales.


Queremos camuflar nuestra estructura, para unirnos a los fantasmas blancos y alados del idealismo absoluto. ¡Pobres tontos! ¿Cómo podríamos invadir un mundo tan frágil como una pompa de jabón? ¿Cómo podríamos, si nuestra fibra más íntima…nuestra esencia de ser humano, fue concebida sólo para habitar aquí, en éste mundo regido por la lógica y la razón? O acaso… ¿podemos conceder la libertad a quien jamás fue prisionero? ¿Cómo valorar un bocado, si no hemos sentido hambre? O… ¿cuál es el sentido de hacer el bien, si no existiera el mal?

¡Seamos realistas!...No se puede construir un edificio, sin los escombros de otro que haya sido derribado.


No tendríamos la semilla, si antes no muere una flor, como tampoco llega la primavera, sin que haya partido el invierno. Hasta la felicidad es relativa, pero si queremos ser colonizadores, subámonos a la nave del realismo, y colonicemos nuestro propio mundo…aceptando que el hoy, es parte fundamental del mañana, y que con defectos o virtudes…con grandes ideales o sin ellos, somos lo que somos, para habitar donde habitamos.

0 comentarios: